C4 - La «Rappresentatione di anima, et di corpo», un discurso retórico y audiovisual sobre la dualidad del ser humano a inicios del siglo XVII, (CANDELA PERPIÑÁ GARCÍA)
Capítulo del libro: VALOR DISCURSIVO DEL CUERPO EN EL BARROCO HISPÁNICO (RAFAEL GARCÍA MAHÍQUES, SERGI DOMÉNECH GARCÍA, EDS.) UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
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LA DUALIDAD ALMA-CUERPO EN LA TRADICIÓN CRISTIANA: DEL SÍMBOLO A LA RETÓRICA VISUAL
Como puede observarse, el libreto surgido de la pluma del Padre Manni tiene como finalidad realizar un discurso adoctrinador según la espiritualidad oratoniana, ofreciendo una visión global de la vida humana, de su breve paso por el mundo terrenal y su aspiración a la salvación y la vida eterna. Para ello parte de una idea que impregna toda la tradición cristiana anterior: una concepción dual del ser humano basada en la confrontación entre el cuerpo y el alma, entre lo sensual y lo racional, entre la atracción del mundo y el deseo de Dios. Dicha doble dimensión se halla presente en la Iglesia oficial desde sus inicios, siendo la música un poderoso detonante para suscitar estos sentimientos encontrados. Esta dualidad también queda expresada en multitud de imágenes musicales a partir del siglo XI-XII. En la Edad Media, donde la representación del cuerpo y su uso es reflejo del estado moral del alma (Clouzot, 2004: 123), estás imágenes han sido interpretadas como un discurso sobre la caída moral del hombre atrapado y embrutecido por sus pulsiones corporales que le llevan a gozar inconscientemente de la vida mundana y a olvidar la salvación de su espíritu. No pocas de estas imágenes están relacionadas con la condenación y la muerte espiritual, encontrándose entre ellas sirenas, monstruos y demonios que manipulan huesos e instrumentos de tortura (Clouzot, 2004; Perpiñá 2013a). A todas estas figuraciones se opondrían pronto la música de los ángeles con la creación de un tipo iconográfico específico que conocería una gran fortuna y difusión, llegándose a relacionar con la Jerusalén celeste, con la salvación del alma, con la felicidad de los bienaventurados y con el carácter excepcional de ciertos hombres y mujeres llamados a la santidad. Así pues, bajo el texto de la Rappresentatione subyacen estas mismas ideas: el enfrentamiento doloroso entre el cuerpo y el alma del ser humano, las pulsiones mundanas que tiran hacia abajo y el deseo de Dios que eleva hacia las alturas, la presencia de las almas bienaventuradas y condenadas, y los ángeles como testimonio de la omnipresencia divina. Sin embargo, la Rappresentatione es hija de una nueva época, el Renacimiento, y anuncia nuevos elementos estéticos y expresivos que se desarrollarán plenamente en el incipiente Barroco. Su lenguaje discursivo no es el del símbolo, como ocurría en la Edad Media, sino el de la retórica visual. Mientras que los símbolos son signos codificados que cuentan con una larga tradición y estabilidad, la retórica visual es un lenguaje fundado sobre la metáfora y por ello resulta mucho más flexible y versátil: es capaz de resumir complejos significados en una sola imagen, puede funcionar por comparación y contraposición, puede alterar el orden narrativo y se puede crear para la ocasión. Uno de los recursos más interesantes empleados por la retórica es la alegoría: una representación antropomorfa de un concepto abstracto al que se alude mediante una serie de elementos o atributos. En el momento del estreno de la Rappresentatione, la alegoría ya había sido muy utilizada en las festividades cortesanas. La aparición de la alegoría en un texto religioso y moralizante como el de Manni permitía representar la condición humana y su lugar en el mundo en toda su complejidad a través de numerosos personajes que reflejan diferentes aspectos físicos y psíquicos de su existencia
Muy interesante el completo análisis que está en estos links:
Desde página 121.
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La obra se compone de un proemio hablado y tres actos musicales que intercalan canto solístico –monológico o dialogado– duo, trío, cuarteto, solista más coro y canto coral. Esta variedad de planteamientos musicales se debe a que las características del nuevo género aún no estaban definidas y por ello es difícil saber si nos encontramos ante una ópera, un oratorio o, simplemente, ante un extenso conjunto de laudas dialogadas en torno a un mismo argumento interpretadas en estilo monódico, como parece señalar Elvidio Surian (2004: 312).9 Lo que sí que puede asegurarse es la modernidad de la música de Cavalieri y su voluntad de revivir el «recitar cantando» de los antiguos, pues el propio compositor escribiría en noviembre de ese mismo año que él y no Jacopo Peri era el verdadero recuperador-inventor del nuevo estilo. Otro de los aspectos a señalar de la Rappresentatione es su gran cantidad de personajes, la mayoría alegorías de la vida humana y su paso por la tierra: el Cuerpo (tenor), el Alma (soprano), el Placer (contralto), el Mundo (tenor), la Vida Mundana (soprano) y el Tiempo (tenor). Asisten también el Intelecto (tenor) y el Consejo (bajo), aspectos que tradicionalmente forman parte de los dones del Espíritu Santo. A estos se añaden toda una serie de figuras y colectivos propios de las postrimerías según el pensamiento cristiano: el Ángel Custodio enviado por Dios a la tierra (soprano), las almas condenadas del infierno (registro grave), las almas de los bienaventurados del cielo (registro agudo) y los ángeles (registro agudo), todos ellos interpretados por el coro. El argumento narra la confrontación entre el Cuerpo y el Alma, expresada mediante diálogos musicales contrastantes. Ambos personajes son sometidos a varias pruebas por el Consejo, de- biendo resistirse al Placer, al Mundo con sus riquezas y a la Vida Mundana que ofrece los gozos de la juventud. En un cierto momento, el Alma pide consejo al cielo, donde se encuentran los ángeles, descendiendo el Ángel Custodio. Finalmente el Placer es alejado, y el Mundo y la Vida Mundana son desenmascarados, mostrando su verdadera naturaleza. Es entonces cuando el Ángel Custodio, el Intelecto y el Consejo señalan a los protagonistas el cielo y el infierno que se abren dejando ver a los bienaventurados y los condenados. La obra finaliza con el firme deseo del Cuerpo y el Alma de ascender al cielo, invitando a toda la multitud a cantar y loar al Señor, dando pie a un baile en el que todos participan.
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La obra se compone de un proemio hablado y tres actos musicales que intercalan canto solístico –monológico o dialogado– duo, trío, cuarteto, solista más coro y canto coral. Esta variedad de planteamientos musicales se debe a que las características del nuevo género aún no estaban definidas y por ello es difícil saber si nos encontramos ante una ópera, un oratorio o, simplemente, ante un extenso conjunto de laudas dialogadas en torno a un mismo argumento interpretadas en estilo monódico, como parece señalar Elvidio Surian (2004: 312).9 Lo que sí que puede asegurarse es la modernidad de la música de Cavalieri y su voluntad de revivir el «recitar cantando» de los antiguos, pues el propio compositor escribiría en noviembre de ese mismo año que él y no Jacopo Peri era el verdadero recuperador-inventor del nuevo estilo. Otro de los aspectos a señalar de la Rappresentatione es su gran cantidad de personajes, la mayoría alegorías de la vida humana y su paso por la tierra: el Cuerpo (tenor), el Alma (soprano), el Placer (contralto), el Mundo (tenor), la Vida Mundana (soprano) y el Tiempo (tenor). Asisten también el Intelecto (tenor) y el Consejo (bajo), aspectos que tradicionalmente forman parte de los dones del Espíritu Santo. A estos se añaden toda una serie de figuras y colectivos propios de las postrimerías según el pensamiento cristiano: el Ángel Custodio enviado por Dios a la tierra (soprano), las almas condenadas del infierno (registro grave), las almas de los bienaventurados del cielo (registro agudo) y los ángeles (registro agudo), todos ellos interpretados por el coro. El argumento narra la confrontación entre el Cuerpo y el Alma, expresada mediante diálogos musicales contrastantes. Ambos personajes son sometidos a varias pruebas por el Consejo, de- biendo resistirse al Placer, al Mundo con sus riquezas y a la Vida Mundana que ofrece los gozos de la juventud. En un cierto momento, el Alma pide consejo al cielo, donde se encuentran los ángeles, descendiendo el Ángel Custodio. Finalmente el Placer es alejado, y el Mundo y la Vida Mundana son desenmascarados, mostrando su verdadera naturaleza. Es entonces cuando el Ángel Custodio, el Intelecto y el Consejo señalan a los protagonistas el cielo y el infierno que se abren dejando ver a los bienaventurados y los condenados. La obra finaliza con el firme deseo del Cuerpo y el Alma de ascender al cielo, invitando a toda la multitud a cantar y loar al Señor, dando pie a un baile en el que todos participan.
LA DUALIDAD ALMA-CUERPO EN LA TRADICIÓN CRISTIANA: DEL SÍMBOLO A LA RETÓRICA VISUAL
Como puede observarse, el libreto surgido de la pluma del Padre Manni tiene como finalidad realizar un discurso adoctrinador según la espiritualidad oratoniana, ofreciendo una visión global de la vida humana, de su breve paso por el mundo terrenal y su aspiración a la salvación y la vida eterna. Para ello parte de una idea que impregna toda la tradición cristiana anterior: una concepción dual del ser humano basada en la confrontación entre el cuerpo y el alma, entre lo sensual y lo racional, entre la atracción del mundo y el deseo de Dios. Dicha doble dimensión se halla presente en la Iglesia oficial desde sus inicios, siendo la música un poderoso detonante para suscitar estos sentimientos encontrados. Esta dualidad también queda expresada en multitud de imágenes musicales a partir del siglo XI-XII. En la Edad Media, donde la representación del cuerpo y su uso es reflejo del estado moral del alma (Clouzot, 2004: 123), estás imágenes han sido interpretadas como un discurso sobre la caída moral del hombre atrapado y embrutecido por sus pulsiones corporales que le llevan a gozar inconscientemente de la vida mundana y a olvidar la salvación de su espíritu. No pocas de estas imágenes están relacionadas con la condenación y la muerte espiritual, encontrándose entre ellas sirenas, monstruos y demonios que manipulan huesos e instrumentos de tortura (Clouzot, 2004; Perpiñá 2013a). A todas estas figuraciones se opondrían pronto la música de los ángeles con la creación de un tipo iconográfico específico que conocería una gran fortuna y difusión, llegándose a relacionar con la Jerusalén celeste, con la salvación del alma, con la felicidad de los bienaventurados y con el carácter excepcional de ciertos hombres y mujeres llamados a la santidad. Así pues, bajo el texto de la Rappresentatione subyacen estas mismas ideas: el enfrentamiento doloroso entre el cuerpo y el alma del ser humano, las pulsiones mundanas que tiran hacia abajo y el deseo de Dios que eleva hacia las alturas, la presencia de las almas bienaventuradas y condenadas, y los ángeles como testimonio de la omnipresencia divina. Sin embargo, la Rappresentatione es hija de una nueva época, el Renacimiento, y anuncia nuevos elementos estéticos y expresivos que se desarrollarán plenamente en el incipiente Barroco. Su lenguaje discursivo no es el del símbolo, como ocurría en la Edad Media, sino el de la retórica visual. Mientras que los símbolos son signos codificados que cuentan con una larga tradición y estabilidad, la retórica visual es un lenguaje fundado sobre la metáfora y por ello resulta mucho más flexible y versátil: es capaz de resumir complejos significados en una sola imagen, puede funcionar por comparación y contraposición, puede alterar el orden narrativo y se puede crear para la ocasión. Uno de los recursos más interesantes empleados por la retórica es la alegoría: una representación antropomorfa de un concepto abstracto al que se alude mediante una serie de elementos o atributos. En el momento del estreno de la Rappresentatione, la alegoría ya había sido muy utilizada en las festividades cortesanas. La aparición de la alegoría en un texto religioso y moralizante como el de Manni permitía representar la condición humana y su lugar en el mundo en toda su complejidad a través de numerosos personajes que reflejan diferentes aspectos físicos y psíquicos de su existencia
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CONCLUSIÓN: LA SUPERIORIDAD MORAL DEL ALMA RESPECTO AL CUERPO
A pesar de la distancia espacio-temporal, tanto la Rappresentatione como los mencionados autos sacramentales españoles son creaciones audiovisuales que tratan los temas de la dualidad del ser humano, su paso por el mundo y la esperanza de salvación empleando el teatro y la alegoría como recursos expresivos. Pero mientras en la Rappresentatione el Alma convence pronto al Cuerpo para que ambos busquen a Dios –hecho que acontece en la penúltima escena del primer acto–, en el teatro religioso español el conflicto adquiere una mayor complejidad y dramatismo. Cuando la relación se establece a través de la alegoría de la señora y el criado, el Cuerpo se siente insatisfecho y tiende a la desobediencia. Cuando la pareja aparece como matrimonio mal avenido, él reivindica su dominio sobre el Alma como algo natural y es ella la que se siente frustrada. Es solo al final de la obra cuando el Cuerpo acepta la superioridad moral del Alma, ya que ésta es la única que puede dirigirse a Dios y, de esta manera, alcanzar la salvación para ambos por mediación de la Gracia Divina.
CONCLUSIÓN: LA SUPERIORIDAD MORAL DEL ALMA RESPECTO AL CUERPO
A pesar de la distancia espacio-temporal, tanto la Rappresentatione como los mencionados autos sacramentales españoles son creaciones audiovisuales que tratan los temas de la dualidad del ser humano, su paso por el mundo y la esperanza de salvación empleando el teatro y la alegoría como recursos expresivos. Pero mientras en la Rappresentatione el Alma convence pronto al Cuerpo para que ambos busquen a Dios –hecho que acontece en la penúltima escena del primer acto–, en el teatro religioso español el conflicto adquiere una mayor complejidad y dramatismo. Cuando la relación se establece a través de la alegoría de la señora y el criado, el Cuerpo se siente insatisfecho y tiende a la desobediencia. Cuando la pareja aparece como matrimonio mal avenido, él reivindica su dominio sobre el Alma como algo natural y es ella la que se siente frustrada. Es solo al final de la obra cuando el Cuerpo acepta la superioridad moral del Alma, ya que ésta es la única que puede dirigirse a Dios y, de esta manera, alcanzar la salvación para ambos por mediación de la Gracia Divina.
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